Pero ¿qué puedo hacer yo?
Es algo que se preguntan muchos padres y muchos docentes. Como maestro, estoy viviendo un proceso de cambio lento pero muy significativo. Al recibir la formación adecuada, ves que puedes mejorar muchos aspectos de la educación tú solo; también ves que los grandes cambios involucran a un centro entero y las personas de su entorno.
Es cierto que las llamadas actuaciones educativas de éxito (AEE) no tienen por qué cambiar la metodología del aula al ser aplicadas. Sin embargo, es muy probable que, al realizarse correctamente, respetando los principios del aprendizaje dialógico, nos demos cuenta de cuánto teníamos que mejorar en nuestra forma de gestionar la clase. Al menos, ese es mi caso y el de todos los maestros que aplican AEE que he conocido hasta ahora.
Cuando nuestro equipo directivo hizo (hicimos) la formación de introducción al proyecto Comunidades de aprendizaje, nos dijeron una y otra vez que lo más común no es que todo el claustro se muestre entusiasmado con la idea de cambiar la forma de trabajar. No es lo más natural, tampoco. Como en otro tipo de cambios (de metodología o de uso de materiales, por ejemplo), suele ocurrir que un grupo reducido de docentes ve la necesidad de mejorar, se forma y comienza. Es así. Se lanzan. Conforme se ven los resultados y la viabilidad de la idea, se van sumando otros compañeros de forma casi exponencial. Quizá el primer año fueron dos, el segundo seis y en el tercero prácticamente todos en un centro de dos líneas.
Los formadores del proyecto Comunidades de aprendizaje nos cuentan las historias reales más cercanas, en las que ocurrió lo mismo. Unos pocos se formaron y comenzaron. Se lo contaron al resto y les invitaron a verlo con sus ojos, con lo que otros se formaron también. En pocos años, casi todos en el centro estaban aplicando alguna AEE (que no es necesario que todos apliquen todas) y entre todos se decidió transformar el centro. Una diferencia importante para mí es que este proyecto se basa en evidencias científicas, a diferencia de cientos de proyectos de innovación educativa que se basan en ocurrencias y han dado buenos resultados aquí y allá. Si quieres leer sobre el tema de la investigación y la innovación en educación, te recomiendo este artículo.
Como padre, te pido que confíes en aquellos maestros que te den argumentos válidos sobre su forma de trabajar. Habla con ellos y averigua cómo puedes mantenerte informado y aprender cosas nuevas sobre educación. Quienes tenemos hijos sabemos que muchas veces es difícil conseguir tiempo, pero es de vital importancia para nuestros hijos que estemos informados y sepamos cada vez más lo que es mejor para su educación.
Como maestro, te recomiendo que consideres, de nuevo, la importancia de ser un profesional. Un médico tiene la obligación de estar al día en los últimos avances y en lo que la comunidad científica internacional considera lo mejor. Un psicólogo infantil debe saber qué técnicas y tratamientos dejaron de ser los mejores, por el bien de los niños. Del mismo modo, nosotros tenemos que formarnos, conocer y planificar la aplicación de aquellas actuaciones que producen mayores mejoras en la eficiencia y la equidad de la educación. Si estás solo en esto o sois unos pocos, os tengo que dar la enhorabuena, porque vais a ser vosotros quienes tiren del carro. En ese punto es muy importante que deis difusión a lo que estáis haciendo y que todos sepan los motivos, empezando por las familias. Si pensáis en comenzar con la actuación de éxito más efectiva, tendréis que hablar con el equipo directivo por la necesidad de incluir voluntariado en el aula.
A modo de conclusión, debo admitir que, aunque el principal motivo por el que escribo esta entrada es animar a otros que están comenzando a aplicar actuaciones educativas de éxito o se lo están pensando, hay otro motivo importante. Esto que escribo es también un reconocimiento a mis compañeros, a nuestros voluntarios y a mí mismo, que hemos confiado en la ciencia y hemos dado vida al proyecto en un centro más. Hay días en los que estás cansado y ves que no existe la varita mágica que haga fácil nuestro trabajo para educar a nuestros hijos y alumnos. Pero haciéndolo lo mejor posible, con formación, solidaridad y esfuerzo, es cierto que mejoramos. Eso lo estamos viendo los alumnos, los maestros y los padres, sobre todo si participan como voluntarios.
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